Honrarás a tu padre by Gay Talese

Honrarás a tu padre by Gay Talese

autor:Gay Talese
La lengua: spa
Format: epub
editor: 2012
publicado: 2011-04-10T16:00:00+00:00


Más tarde, el padre de Bill mandó decir desde East Meadow que Bill debía quedarse en Tucson y advirtió que bajo ninguna circunstancia debía regresar a Nueva York. El rumor que circulaba era que Bill era la próxima víctima. El principal asesino de la banda de Di Gregorio, Frank Mari —el mismo que había liderado la emboscada de la calle Troutman—, había sido visto hacía unos cuantos días con otros dos hombres en un auto estacionado y todos iban armados; se creía que Mari había sido el encargado de deshacerse de Perrone.

Los periódicos, citando a la policía, dijeron que el asesinato de Perrone era, en parte, una represalia por el ataque, a comienzos de mes, contra un miembro del grupo de Di Gregorio, Peter Crociata, quien sobrevivió a pesar de haber recibido seis tiros mientras estacionaba su auto cerca de su casa de Brooklyn.

La muerte de Perrone fue extremadamente dolorosa para Bill. Los periódicos describieron a Perrone como su guardaespaldas y su conductor, pero Perrone había sido mucho más que eso. Desde la muerte de Frank Labruzzo, Perrone había sido su amigo y compañero más cercano, un hombre de su misma edad con quien se comunicaba con facilidad, cuyo humor había disfrutado y en quien confiaba ciegamente. Fue Perrone quien salió al rescate de Bill la noche del tiroteo en la calle Troutman y, ahora que Perrone había sido asesinado, Bill se sentía personalmente responsable de vengar su muerte. Se sintió muy tentado de desobedecer las órdenes de su padre y regresar a Nueva York. Pasó despierto toda la noche, en la casa de su padre, caminando de un lado a otro como una criatura enjaulada, maldiciendo, amenazando y sollozando en voz baja.

Todavía estaba visiblemente descompuesto al día siguiente, cuando su tío y Peter Notaro trataron de calmarlo y le dijeron a la una y media de la tarde que el FBI estaba en la puerta y querían hablar con él. Bill le gritó a Notaro que les dijera a los agentes que dieran la vuelta y entraran por la puerta trasera. Luego, levantándose de su silla en el salón, Bill atravesó la casa hasta el jardín, donde, después de abrir la reja trasera, vio a dos hombres vestidos con traje y corbata que parecían muy amables. Bill los invitó a entrar al patio y les pidió que tomaran asiento. El agente más alto, que se presentó como David Hale, dijo de repente:

—Bueno, veo que tu amigo recibió su merecido.

Bill lo fulminó con la mirada.

—Caballeros, ¿es ésta una visita oficial —preguntó con sorna— o una visita social?

—Tú sabes muy bien que ésta es una visita oficial —dijo Hale.

—Mira, hijo de puta —dijo Bill, al tiempo que se ponía de pie y apuntaba su dedo hacia Hale—, o te comportas bien o te largas de aquí inmediatamente.

Hale miró con odio a Bonanno, se volvió hacia el otro agente, que no dijo nada, y luego volvió a mirar a Bonanno. Entonces preguntó, con voz más suave:

—Bueno, ¿vas a correr de regreso a



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